Crónica: Rellenas de amor paternal
- Daniela Cevallos
- 6 nov 2016
- 3 Min. de lectura
Aprovechando el Día de los Difuntos, las panaderías ofertan las tradicionales "guaguas de pan" que acompañan a la deliciosa colada morada.

El Día de los Difuntos es una época muy importante para los panificadores. Las personas buscan el lugar ideal en donde comprar las tradicionales guaguas de pan para acompañarlas con la deliciosa colada morada. La panadería “El Golosito”, ubicada en la avenida Maldonado, cerca de la entrada a Caupicho en Guamaní (sur de Quito), ofrece este producto a un precio muy módico, de $0,50. Su propietario José Fernández es el único encargado de hacer todo lo que se vende en el local.
Este humilde trabajador laboraba como electricista. Un día se quedó sin empleo y gracias a un amigo, decidió estudiar la carrera de artesano en la Universidad Salesiana. Luego de seis meses, obtuvo su título y emprendió su pequeño negocio que lleva catorce años al servicio de la clientela de Guamaní.
“Con este trabajo he podido subsistir durante catorce años e incluso costear los estudios de mis dos hijos”
La jornada diaria de José empieza muy temprano, incluso antes de que salga el sol, aproximadamente a las cuatro y media de la mañana. Como él vive un poco lejos de su local, debe caminar unos quince minutos, ya que en la madrugada no existe transporte público ni tampoco ha podido comprarse un vehículo particular. Cuando llega a su panadería, a las cinco de la mañana, empieza a preparar los ingredientes con los que elaborará la masa para sus panes. Su esposa llega un poco más tarde. Ella se encarga de atender a los clientes que empiezan a llegar en busca de lo que José denomina “el primer alimento nutricional”, es decir, el pan.
Entre elaborar más unidades, tomarse un tiempo para almorzar y asegurarse que ninguna lata de pan ha quedado en el horno, transcurre su día. Cuando son las ocho y cincuenta de la noche, él y su esposa saben que el momento de cerrar ha llegado. Finalmente, retornan a su hogar para descansar en espera de que el día siguiente sea bueno para su microempresa. Así pasa su rutina de domingo a domingo.
Oficio de sacrificios
En los catorce años que lleva como panificador, José Fernández no ha dejado de trabajar ni un solo día. Él cuenta que no ha salido con su familia de vacaciones porque “la competencia es dura. Si cierro un día, los clientes buscan otro lugar y probablemente no regresen”. En días de alta demanda, como el dos de noviembre, su rutina cambia. José prefiere quedarse en su local y no retornar a su casa, pues el trabajo aumenta y tiene que cumplir con los pedidos. Por eso, ni siquiera ha dormido y tiene algunos problemas en su columna, producto del esfuerzo que conlleva trabajar solo, elaborando grandes cantidades de pan.
El Dato
“Según José Fernández, miembro del gremio de artesanos de Quito, las ventas de panes se han reducido en un 40 %, comparado con el 2015”.
Su esposa ha sido su soporte en esta ardua labor. Ella, todos los días, le lleva el desayuno a las seis de la mañana. Sus hijos no han mostrado interés por la labor que realiza. José piensa que en un futuro, cuando ya no pueda dedicarse a su negocio, la única alternativa será venderlo.
Hoy, dos de noviembre, cuando son las dos de la tarde, José ha hecho 400 guaguas y sigue en la elaboración de otras más. Su fiel acompañante, un reloj verde esperanza colocado sobre la mesa en la que moldea la masa, le indica los tiempos exactos en los que debe realizar cada procedimiento. Sabe cuánto tiempo dejar en reposo la masa, cuánto tiempo dejar las latas en el “leudo” para que la masa crezca antes de ponerla en el horno y cuándo sacarlas. Todo este proceso le toma dos horas y media para que las deliciosas guaguas, rellenas de mermelada de guayaba, lleguen al paladar de las personas.
Una de las partes favoritas de José es cuando llega la decoración de las guaguas. Él menciona que ese es el momento ideal para dejar que su creatividad salga a flote. Combina diversas formas y colores, como flores o incluso la bandera tricolor; todo ello con la finalidad de lograr que “el consumidor se interese por una guagua bien decoradita y la compre”.
“Las ventas, en comparación con el año anterior, sí han bajado. No solo por la crisis económica sino también por la competencia. Pero todos necesitamos trabajar y si las grandes empresas dedicadas a esto, les dan trabajo a mis compañeros, qué mejor”, son las palabras de este humilde ser humano que ama su oficio.
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