Opinión: Las cajoneras modernas, una lucha diaria
- Daniela Cevallos
- 15 oct 2016
- 3 Min. de lectura
Hoy en día, las cajoneras son mujeres dedicadas a la comercialización ambulante. Este oficio era muy tradicional en el siglo pasado.

Está claro que trabajar como Cajonera, en su época, fue un oficio muy reconocido a nivel de la ciudadanía quiteña. Incluso, se tiene grandes recuerdos con respecto a todos los inusuales objetos que sólo en estos cajones de madera se encontraban. Pero, con el pasar de los años, varios productos de este tipo fueron desapareciendo de este singular espacio. Probablemente porque las personas van “evolucionando”, apegándose a un modelo “más actual”; y ya no les interesa adquirir cosas que quizá no se acomoden a un estilo de vida moderno.
De igual forma, este negocio popular ya no es tan rentable como antes. Basta con ver que actualmente solo quedan dos mujeres dedicadas a este tradicional oficio, para saber que ya nadie quiere hacerles la competencia.
Algo muy singular que nos sucedió cuando tratamos de encontrar a estas personas fue que nos enteramos que solo trabajan los días lunes, miércoles y viernes. Es decir, esta actividad comercial está llegando a un punto muy crítico. Las personas ya no adquieren productos típicos o inusuales de la misma manera que antes. Por eso, sería una pérdida de tiempo y quizá de dinero trabajar todos los días, esperando con zozobra que al menos una persona se acerque a sus cajones.
Otro de los motivos que ha generado este alarmante declive, posiblemente radica en que la vida actualmente está más cara que antes. Con tanto avance tecnológico, con tantos nuevos commodities, y con tantas “opciones” que te ofrece un sistema capitalista consolidado; las personas viven endeudadas. Entonces, es imposible que “gasten” su dinero en algo que no les satisface alguna necesidad.
Ahora bien, como nos encontramos en un proceso de cambios, considerando la época del siglo anterior con la actual, no sería raro que este oficio sufra ciertas transformaciones. Si bien es cierto, solo nos quedan dos cajoneras tradicionales en el Centro Histórico, en nuestra búsqueda para conocerlas, descubrimos algo interesante. También, existen mujeres dedicadas a vender productos parecidos a los que se solían ofertar en los típicos cajones de madera. Por ejemplo, cordones para zapatos, cepillos, hilos, etc. Claro está que no te vas a encontrar con carritos de madera, las cocinitas; pero sí vas a poder encontrar esos artículos que pueden salvarte de un apuro.
Precisamente, esa era una de las funciones que tenían las típicas cajoneras: “brindarte un objeto de manera inmediata para cubrir una necesidad del momento”. Y, podríamos decir que actualmente, los bazares son esos espacios que pueden realizar esto; por ende son más concurridos por la gente.
Sobre todo porque, hoy en día estos son locales y ya no sitios ubicados en las calles; motivo por el cual, las “cajoneras modernas” o vendedoras ambulantes como se las conoce están en lucha diaria. Primero, para que los policías municipales no les quiten sus productos. Luego, está la competencia desigual que deben protagonizar con los bazares, que prácticamente te ofrecen de todo. Las cajoneras modernas tienen que despertarse muy temprano en la mañana y retirarse muy tarde en la noche, esperando haber obtenido algo de dinero. Esto, finalmente nos lleva al el hecho de que ellas se encuentra en una fuerte lucha con una terrible desigualdad, lo que implica una baja situación económica. Por eso ellas trabajan arduamente para tratar de mantener a su familia, con lo poco que ganan al día.
Entonces, nos encontramos frente a una problemática. Tal vez para nosotros los jóvenes y, para las futuras generaciones, es casi imperceptible que exista un problema. Pues, no conocemos la verdadera trascendencia que tendría la desaparición del oficio de las cajoneras, ni tampoco nos damos cuenta sobre la constante lucha que realizan los vendedores ambulantes. Incluso, quienes han vivido varios años más que nosotros, no lo pueden hacer. Lo que nos queda es tratar de ser un poco más perceptivos, y tratar de dejar de lado una influencia extranjera para rescatar nuestra cultura quiteña.
Este artículo forma parte de Latitud Cero, un blog manejado por estudiantes de tercer semestre de la carrera de Periodismo de la Udla,
Comentários